El estudio de la evidencia textual, iconográfica y arqueológica del antiguo Egipto refleja la geminación de la persona del monarca. Esta doble naturaleza explica la multiplicidad de imágenes del rey en las fuentes oficiales y populares y justifica la ambigüedad de nuestras interpretaciones. En este artículo examino el proceso adaptativo de la monarquía egipcia a diversas condiciones políticas, sociales y religiosas desde sus inicios hasta la época grecorromana, discutiendo los principales mecanismos de poder, propaganda, control y legitimación. El dogma divino de la monarquía otorgó al rey el carácter de un dios a la vez que le relegó a la tierra como Horus en forma mortal. Como líder político aspiró a la consolidación del país, el control de sus recursos y la paz social; como dios demiurgo, generaba y expandía el cosmos, mediaba por la humanidad y protegía el equilibrio cósmico contra las fuerzas del caos. Para conseguir estos objetivos, el rey egipcio hizo uso de mecanismos políticos y mágicos que le asegurasen el dominio del país en el Próximo Oriente y el triunfo de Maat en el cosmos.